Tranquilos poker players, no os voy a enseñar como se come, podéis volver a poner los codos ahi. Supondré que eso os lo mostraron hace tiempo ya. Esta entrada la quiero dedicar a las actitudes que se toman en una mesa de poker y como afecta ésta a nuestros rivales durante el desarrollo de una sesión.
Hoy en día cualquier persona juega al poker, ya sea por ocio o por vicio. La acción de este juego y el añadido de luchar por llevarte el dinero de tu rival, hacen que los nervios se disparen y que todos los carácteres de los jugadores tengan un sentido. Siempre en una mesa hay 10 jugadores y el famoso tilt chispea entre ellos.
Dejando a parte el modo de juego, uno puede sentarse primero de buen o mal humor. Hay algunos que antes de que comience el juego intentan tildear a otros, para que no se sientan a gusto y a lo largo de la sesión comentan errores. Es una estrategia bastante ruín, pero es llevada a cabo por su efectividad. El poker ya no es un juego de señores, como yo creía antes. Sin ir más lejos, en KJ se puede observar ésta y otras artimañas para sacar de quicio a los demás.
También te puedes hacer el remolón o mongolo. Si ganas de este modo, los demás jugadores podrán pensar que te cachondeas de ellos, cuando en realidad puede que seas el más atento de todos. Y si además tienes suerte, ya no te digo nada.
Otros prefieren alargar sus turnos de intervención lo máximo posible, incluso a la hora de tomar las decisiones más fáciles posibles. Ésto impacienta a los demás y hace que puedan entrar en tilt por la espera de buenas manos para participar en el juego.
Cambiemos ahora a otro modo de presentarse en una mesa. Las conocidas como buenas maneras, o maneras de señor. Estos modos son ya llevados a cabo por pocos jugadores, porque pueden tomarse como un atisbo de debilidad. A continuación os detallaré algunas de estas estrategias.
Así podriamos empezar por el jugador simpático. Éste se encarga simplemente de llevar una relación cordial con el resto de jugadores, sin pasarse, pero ayudando a crear un ambiente cómodo. Pueden ser fáciles de manipular.
Después encontrariamos al jugador que utiliza mucho la psicología del despiste. Trataría de entablar varias de conversaciones durante la partida para desviar la atención de los demás y aprovecharse de ello. Me parece una gran estrategia.
Y para acabar abría dos tipos más comunes. Los que tratan de reirse siempre, acontezca lo que acontezca; y los que se dedican a permanecer en silencio como si estuvieran en un trabajo serio.
A mi personalmente me gusta jugar con gente honrada, ni con ladrones ni con ludópatas. Seguro que más de uno que lea esta entrada sabrá a lo que me refiero. Desde aquí les tiro esta pullita, para que sepan que no todos somos ignorantes.
Recuerdos a los clásicos, con los que se jugaba a gusto...
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